del 6 al 14 de diciembre
Paraná 140 2º piso
Tras un largo período de ensi_is_a_iento y con un si_bólico y feliz acota_iento de su abecedario, el libro azul su_a otra página.
La salvación
Por Isidoro Blaisten
Buenas tardes, señor -dijo el viejo-, ¿qué desea?
-Señor -dijo el ho_bre que buscaba la salvación-, ¿tiene algo que _e salve?.
El viejo dejó el lápiz enci_a de la boleta, lo corrió justo hasta el borde del talonario, cerró las tapas, apoyó las _anos sobre el _ostrador, ladeó la cabeza, y se lo quedó _irando por enci_a de los lentes.
El ho_bre ya e_pezaba a ponerse nervioso.
Por fin, el viejo dijo:
-Ajá, ¿conque algo que lo salve?
-Sí. ¿Tiene? -preguntó el ho_bre esperanzado.
El viejo tiró de la punta que aso_aba apenas, extrajo el lápiz y dio unos cuantos golpecitos en el _ostrador.
-Conque algo que lo salve -dijo nueva_ente.
"Qué despacioso", pensó el ho_bre, "parece un telegrafista".
El viejo arrugó la cara y _iró los estantes de arriba, con un ojo achicado, co_o si estuviera recordando. Después volvió a observar al ho_bre, salió de atrás del _ostrador, y se alejó hacia el fondo del local, que era _uy largo y bastante oscuro. Regresó e_pujando lenta_ente una escalera con rueditas, que estaba unida por un riel a los estantes de arriba.
El ho_bre notó que el viejo renqueaba un poco de la pierna derecha. Creyó que iba a subir, porque ya había apoyado la escalera, _uy cerca de él, co_o a cinco pasos, pero el viejo la sacudió un poco verificando la solidez de los peldaños, se sonrió y dijo:
-Ahora, señor, si usted se diera vuelta...
-¡Eso nunca! -dijo el ho_bre con el rostro de_udado y haciendo un ade_án de irse.
- Por favor -dijo el viejo sonriéndose _ás todavía-.
Por favor -volvió a decir-. No _e interprete _al. Tiene que ser sin _irar. Dese vuelta y cierre los ojos.
El ho_bre se dio vuelta y cerró los ojos.
El viejo tardaba. Por fin oyó que subía, respirando fuerte, co_o si le costase.
El ho_bre hizo un a_ago de girar el cuerpo. Desde lo alto escuchó la voz del viejo.
- Ah, no, así no vale. Ya le dije que tiene que ser sin _irar. Dese vuelta y cierre los ojos. ¡Y no espíe, eh!
El ho_bre apretó fuerte_ente los párpados, tanto, que la cara se le distendió en una _ueca, co_o si estuviese riendo con la boca cerrada.
Atrás, arriba, el viejo estaba revolviendo algo, alguna _ercadería, que hacía ruido a lata. De pronto el sonido cesó.
El ho_bre sintió que el corazón le e_pezaba a latir apresurada_ente. Tu vo _iedo. El viejito no la podía encontrar.Ya la había vendido toda. Se daría vuelta en la escalera, y le diría:
- Señor _ío, lo siento _ucho. No queda _ás. Ya puede _irar. Y bajando despaciosa_ente los escalones, agregaría:
- Hasta la se_ana que viene no hay nada que hacer... Usted tendría que darse una vueltita el jueves, o _ás seguro el viernes.
Entonces él, saturado de cansancio, preguntaría por rutina:
-Y díga_e, señor, ¿no sabe dónde se podrá conseguir por acá cerca?
-Pero no le estoy diciendo, señor, que la se_ana entrante la recibi_os seguro -insistiría el viejo ya un poco a_oscado y apoyando la pierna renga en el suelo.
-No, no puedo esperar. Gracias -y tendría que irse, y suicidarse con bicloruro de _ercurio.
Pero no fue así. El viejo seguía revolviendo cosas. "Probable_ente debe de haber cajas de cartón, ta_bién", pensó el ho_bre, porque por _o_entos el ruido a lata se a_ortiguaba.
El viejo dijo:
-Ajá, já, por ai cantaba Garay.
Por la for_a co_o le salió la voz, parecía que estaba tironeando de algo. "Co_o si estuviera sacando una _uela", pensó el ho_bre.
-Ya está -dijo el viejo.
El ho_bre dio un salto. Una _edia vuelta co_o los soldados.
- Ah, no -dijo el viejo desde arriba-, sin darse vuelta.
El ho_bre volvió a su posición. No había alcanzado a ver _ás que el saco color gris rata del viejo, un poco del pantalón _arrón, de un _arrón _uy antiguo, porque le trajo un recuerdo i_preciso de cuando era chico, y dos rayas anchas y blancas.
La escalera e_pezó a crujir. El viejo bajaba. Al ho_bre le pareció que el descenso se le hacía inter_inable. De frente, escondiendo algo detrás de la espalda, el viejo tarareaba las palabras co_o los chicos:
-Ya está, ya está, ya está.
Llegó hasta donde estaba el ho_bre.
- Ahora, sin espiar, se _e va a dar vuelta para el otro lado -dijo.
Y le apoyó la _ano libre en el ho_bro, lo ayudó a girar, y verificó que tuviese los ojos bien cerrados.
-¿Ya está? -preguntó el ho_bre.
-Ya va a estar, ya va a estar -dijo el viejo pasando detrás del _ostrador.
Hizo un ruido con la bobina que al ho_bre le pareció raro, sobre todo al tirar del papel y al cortarlo. Pensó que ya estaba exagerando. "Cuánta parsi_onia", se dijo. "Evidente_ente, ya está haciendo el paquete. "Y lo que el viejito le estaba por vender debía de ser bastante pesado, porque hizo un ruido contundente al ponerlo sobre el _ostrador.
- ¿Ya está? -volvió a preguntar el ho_bre, i_paciente, aunque sabía que no estaba, porque recién, recién el viejito lo había aco_odado para envolverlo.
-Ya va a estar, ya va a a estar -y el ho_bre oyó nítida_ente el crujido del pri_er doblez.
Ade_ás, pensó, debía de ser cuadrado, porque el viejito hacía los pliegues con golpes secos, co_o siguiendo con la pal_a de la _ano unos ángulos rígidos.
Ahora le estaba poniendo el piolín.
El viejo cortó el sobrante del hilo. "Seguro que con un alicate", pensó el ho_bre. Después el viejo golpeó con el paquete ya hecho sobre el _ostrador y dijo, canturreando la a final co_o dándole la seguridad al ho_bre de que efectiva_ente había ter_inado:
-Ya está.
El ho_bre pri_ero abrió los ojos, después sacudió la cabeza co_o un nadador que sale del agua, se dio vuelta y _iró el paquete.
El viejo lo sostenía colgado del _oñito, con dos dedos, en un gesto casi gracioso. El ho_bre vio que tenía for_a de pris_a, y que estaba eficiente_ente hecho, con papel _adera verde.
"La verdad, que da gusto", pensó. Y sonriendo, lo agarró con las dos _anos, co_o si sacara la sortija.
Lo tuvo un _o_ento contra el pecho. Después, co_o si recapacitara, lo puso debajo de la axila, y _etiendo la _ano en el bolsillo del pantalón, preguntó apurado:
-¿Cuánto es?
- Novecientos noventa y cinco pesos -dijo el viejo-. ¿Necesita factura?
-No, no hace falta -dijo el ho_bre.
El viejo rebuscaba en el cajón del _ostrador. El ho_bre hizo un gesto con la _ano rechazando el vuelto.
- Está bien, señor, déjelo.
- Valiente -dijo el viejo dándole una _oneda de cinco pesos-.Que lo pase usted bien. Buenas tardes -Y se agachó para recoger el lápiz que se había caído.
El ho_bre apretó el paquete y salió. Recién entonces se dio cuenta de que al abrirse la puerta, sonaba co_o un carillón, o una caja de _úsica.
El paquete era _ás o _enos co_o un ladrillo, no tan grande, co_o le había parecido al verlo, ni ta_poco tan pesado.
El ho_bre deshizo el nudo con i_paciencia, y consiguió desenvolver la pri_era vuelta del hilo, porque el viejo le había dado dos. Cuando le estaba sacando los parches de dúrex, y _ientras pensaba: "Qué curioso, no _e había dado cuenta de que le había puesto dúrex. Prolijo, el viejito", lo atropelló el Torino de color verde _usgo.
Práctica_ente le aplastó la cabeza con la rueda izquierda.
Se juntó un _ontón de gente.
Lo taparon con una bolsa de cal, que un corredor de seguros _andó traer enseguida de la obra en construcción que estaba al lado.
Cuando llegó la a_bulancia, todos se corrieron y le dejaron paso. Deportiva_ente, bajaron el chofer y el practicante; parecían dos jugadores al entrar a la cancha. Trotaron hasta el ho_bre, se agacharon, lo destaparon y se _iraron entre ellos.
El practicante quiso saber qué había en el paquete. El _uerto lo sostenía apretado contra el pecho. Trató de abrirle las _anos, pero no pudo. Ta_poco pudo separarle los dedos. Entonces lo llevaron al hospital Pirovano. Lo bajaron con ca_illa y todo, y lo dejaron en la guardia, enci_a de otra ca_illa verde, con las patas despintadas.
El enfer_ero fue a lla_ar a la doctora.
Vino la doctora. La doctora era joven y gorda. Hablaba co_o un ho_bre, y decía _alas palabras. Cuando lo destapó, hizo un gesto negativo con la cabeza.
Sintió curiosidad por el paquete. Intentó sacárselo. El practicante le dijo que no era tan fácil, que él ya había probado.
La doctora dijo, poniendo cara de inteligente: "Es que los _uertos son _uy duros". Y el practicante dijo: "Sí, parecen hijos de vascos".
La doctora tironeó de los restos del dúrex, y los desprendió. Sacó el papel nerviosa_ente, el doble papel, porque el viejo había sido _uy _inucioso. Entonces su expresión ca_bió. Su cara tenía ahora un visaje de aso_bro y desencanto.
La doctora creyó necesario hacer una frase entre el silencio de todos. La ocasión era propicia y a la doctora le gustaban _ucho las frases. _iró alternativa_ente al enfer_ero, al chofer y al practicante, y dijo:
- Vean a qué cosas se aferran los seres hu_anos.
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
1 Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de "liberados" que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.
2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente: "Picana en Ios brazos, las manos, los muslos, cerca de Ia boca cada vez que lloraba o rezaba... Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba".
3 "Cadena Informativa", mensaje Nro. 4, febrero de 1977.
4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: "El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Angel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este úItimo había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de fuga".
5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
6 Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.
7 "Programa" dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por "La Opinión" el 3-10-76 admitió que "el terrorismo de derecha no es tal" sino "un anticuerpo".
9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de "simular" su secuestro.
10 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según "La Razón" del 12-6-76. Jefe del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.
11 Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.
13 Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.
Esta poesía surgió de una charla telefónica con una amiga allá por el 2005.
Hoy posteo un cuento sobre un flaco que se deschaveta.
El título es largo, el cuento corto.
De Eduardo Gudiño Kieffer, talentoso novelista, cuentista, ensayista, y guionista Santafecino, De donde Juan Eduardo Martini (estudiante, 25 años, soltero, “absolutamente normal” según declaraciones de sus vecinos), descubre la muda confabulación violenta de los objetos contra él y decide liberarse.
Se los dejo.
—Cómo imagina usted la vida dentro de cien años?
—Todo será mecanizado, desgraciadamente. La gente ya no tendrá tiempo de pensar. Siempre habrá inadaptados, personas perfectamente conscientes del problema de que el hombre ya no existirá, que habrá arribado al estado de máquina.
Respuesta de una estudiante de 22 años a la encuesta titulada “Dans cent ans ils… . realizada por Vassilis Alexakis en las calles de París y publicada en Constellation (Nº 263, marzo de 1970).
De donde Juan Eduardo Martini (estudiante, 25 años, soltero, “absolutamente normal” según declaraciones de sus vecinos), descubre la muda confabulación violenta de los objetos contra él y decide liberarse - Eduardo Gudiño Kieffer
El teléfono sonó una vez, dos veces, tres veces. Descolgué el tubo y me quedé mirándolo. Hola, hola, conteste, decía una voz del otro lado. Después un clic. Yo miraba el teléfono negro. Hay teléfonos blancos y teléfonos colorados y algunos muy modernos. Pero el mío era negro. Yo lo miraba. No iba a colgar el tubo. De pronto estaba cansado del teléfono, harto del teléfono, podrido del teléfono. No sé por qué. Tal vez porque una voz del otro lado no me bastaba, tal vez porque de pronto sentía la necesidad de ver y de tocar a ese otro que había dicho nada más que hola, hola, conteste. Pero si yo contestaba iba a tener que conformarme con la voz, la voz zumbándome en la oreja y metiéndoseme adentro para decirme cosas que yo entendería. Pero nada más que la voz. Me levanté, fui al lavadero, busqué un martillo, destrocé el teléfono a martillazos. Allí se quedaron los pedacitos negros, algunas rueditas, tornillos, esas cosas. A martillazos. Y me sentí más tranquilo, casi contento. Y me senté en el sillón de hamaca.
*La lectura de Freud es al mismo tiempo la crisis de la filosofía del Sujeto tal como se parece primero a sí mismo a título de conciencia; ella hace de la conciencia, no un dato, sino un problema y una tarea. El “Cogito” verdadero debe ser conquistado sobre todos los falsos “Cogito” que lo enmascaran.
Es cierto que el destino enamora a A de B, a B de C y C de A para jugar?
Borges no necesita intro.
Sigo cerrado en la invención de Morel.
El amenazado
Jorge Luis Borges
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
En su escritura habían colaborado la aplicación, la resignación y el azar; las virtudes que Daneri les atribuía eran posteriores. Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulterior trabajo modificaba la obra para él, pero no para los otros*.
Sres: Yo soy Daneri.
Bienvenidos a mi Blog.
(Jorge Luis Borges - El Aleph)